jueves, noviembre 01, 2012

Desapareces



Cerré mis ojos, sólo por un momento, pero ese momento pareció eterno pues al despertarme tú ya no estabas. Mi cuerpo quedó paralizado por la ausencia de tu espalda al lado de mi cama. Ya no había olor, no había sabor de ese beso que en mis labios habías posado la noche anterior. ¿Dónde estaba aquella pared que habías construido para protegerme de los fantasmas? ¿Dónde estabas tú mi fiel guerrero? Ya no estabas.

En cada parpadeo sentía que en mis venas se arrinconaba la sangre paralizada. Tal vez dejé de respirar por un momento, pero mis sentidos siguieron funcionando por los reflejos. Palabras que terminaban en “eternamente” de repente habían perdido su verdadero significado. Todo se espumaba y con todo, yo iba desapareciendo poco a poco. Besos de lluvia, que ahora sólo hallaba al abrir la ducha; cerraba los ojos y sentía como poco a poco la cálida y fría agua se deslizaba por mi cara, mis labios, mi cuello y terminaba en mis pechos. No sentía placer, tan sólo dolor.

jueves, septiembre 27, 2012

Recordar




Y siempre ponía la misma foto de perfil; esa en la que su sonrisa parecía ser verdadera, esa en la que sonreía a la persona que estaba detrás de la cámara, esa en la que el fondo era el lugar donde sus manos aún habían estado entrelazadas. Creía que por una foto, aunque él no estuviera, aún seguiría recordando su presencia. Aunque él no estuviera, aún seguiría recordando que había sido en un tiempo feliz y el motivo de estarlo. En un cuadrado de tipo vintage, el tipo de foto que todos tienen o han tenido en su celular, esa foto para ella la perseguía a cada lugar. No tenía la necesidad de ver la foto de él, de su perfil, de su rostro, tan sólo le bastaba esa, para volverlo a sentir en su piel, en su respiración, para ir a la perfumería del centro comercial y echarse de su loción. Sentirlo, recordarlo, abrazar aquella almohada que había quedado olvidada en una habitación de algún hotel. Comer aquellos emparedados de un sábado en la mañana, revivir, reutilizar viejos poemas y recitar los una y otra vez. Con tal de recordar, revivía recuerdos que creía a ver olvidado, pero que de pronto cuando lo perdió habían vuelto a su memoria por arte de magia. Sentir y vivir, pero siempre recordando, porque cada recuerdo le daba un latido y así mismo, minutos más de vida.

miércoles, septiembre 05, 2012

En medio de un todo y de un nada


Y allí en medio de un todo y de un nada, 

en medio de un olor a atardecer,
a un verano en el mar,
a un anochecer de tú, la luna y yo.


Allí donde quiera que sea,
en cada parpadeo, en cada latido,
allí entre tu columna y la mía,
entre tu esternón y mi corazón.

Donde encaja mi beso con tu boca,
y donde habita mi respiración con tus suspiros,
allí entre amor y la pasión,
es donde habitas tú,
vivo yo

miércoles, agosto 01, 2012

A fuego lento



Cocinar a fuego lento, así como lo hace la vida con las cosas, así como cuando algo sucede, pero tiene su proceso. Así como cuando una abuela cocina en bajo para que las cosas tengan más sustancia, para que el sabor se concentre y se penetre en los alimentos. Tantas y tantas cosas había escuchado de esto que ella lo hacía también, aunque muchas aveces las cosas en su vida no se cocinaran a fuego lento. ¡Fuego! Eso ella lo sentía cada día, pero lento...eso era otro cuento. Fuego era lo que sentía cada vez que ese brazo, ay, ese brazo de Federic la tocaba. No soportaba la idea de sentarse a su lado en el cine cuando él entre murmullos planeaba su plan para tocarle su epidermis.

 Fuego, lo que sentía cada vez que soñaba con besarlo y estar con él en la íntimidad y su mano se resbalaba hasta llegar al centro de su cuerpo. Sus manos se deslizaban suavemente y con delicadeza a posarse en ese punto central, en el punto donde llegaría a un éxtasis inexplicable. Pensaba en Federic, en su cuerpo, en su potencia masculina y en su miembro. Pensaba en todas las posiciones eróticas que conocia, más no pensaba en el amor. ¿Amor? Ella pensaba que el amor, era otra estrategía de marquéting para venderle a las personas. 

viernes, julio 20, 2012

Poesía hecha sensualidad



No entiendo porqué siempre olía a rosas, ni por qué sus labios color carmín basilaban cada vez que me veía ella. Sus caderas eran grandes, pero sin exagerar, sus pasos acentuaban su sensualidad. Encontra de la belleza artificial sus labios era lo único que no tenía su color natural en su rostro. Sus ojos azules como el mar, no tenían ni la menor tinta de sombra en sus parpádos. Sabía mirar, mover sus pestañas, sabía doblarlas para que estuvieran más largas, todo eso para potenciar su mirada. Me tenía loco, y no sólo por la parte sensual, sino que nunca sabía con qué me iba a sorprender.

Cada día su pensamiento sobre el mundo cambiaba, y me hacía sentir rídiculo de acuerdo con lo que ese día pensara. Tenía una pasión enorme por los animales y cada vez que le hablaba a su perro Max, me daba ganas de robarle besos. Era tan dulce... que cualquier chocolate en sus labios no tendría el más mínimo sabor. No sabía muy bien por qué ella seguí hablándome, no sabía por qué no me dejaba acercarme a ella cuando estaba en pijama, ni cuando tenía falda. Las despedidas siempre eran secas, nunca me daba un beso, ni un abrazo.

  • Que estés bien, y tengas buena noche.

Y después de eso, sólo el sonido de la puerta de madera me decía “vuelve pronto”. Ella, sólo ella llenaba mis pensamientos, aunque suene estúpido, en mi mente ella si me daba besos y en mi cama ella era la reina. Y después salía el sol, sonaba el despertador y mi mundo se volvía aterrador.

-¿Cuando recuperará la memoría?- Siempre me lo preguntaba, y sólo el tiempo tendría la respuesta.

viernes, junio 15, 2012

Noviembre, Diciembre Y al fin llegamos a abril,

  
Por pereza ya no vienes,
Ni te apareces por acá,
Mientras yo te sigo esperando,
Bajo una puerta llena de flores,
Que en primavera florecen,
Mientras que en mi corazón,
Sigue habitando el frío del invierno pasado.

Noviembre, Diciembre
Y al fin llegamos a abril,
Pero mi corazón no lo acepta
Y yo, yo mucho menos.

Por más que canten los pájaros en mi ventana,
Y mis papilas degusten las ricas fresas,
Yo me quedo degustando el amargo sabor a la navidad,
A regalos no correspondidos
Y a la salubridad de tu pérdida. 


FOTO: INTERNET

viernes, marzo 30, 2012

Sabor a primavera




Y no sé qué decir si me miras así
Y no sé qué hacer si me besas,
Si me deseas así.

Si desnudas mi piel,
Dejando libres mis poros,
Dejándome al borde de la cama,
De retorcerme hasta el éxtasis

De perderme en deseos románticos,
En besos saber a chocolate
Y a una luna llena en pleno verano.

Sabor a primavera,
A lluvia en el desierto,
A miradas llenas,
En una noche sin estrellas.

Me dejas al borde de un nada,
Y un todo por hacer,
En una cama que no aguanta con tanto,
Con tanto placer.

FOTO: Internet 

lunes, febrero 27, 2012

Tú eres



Eres mi instantánea porque te llevo en mi mente grabada como una fotografía recién impresa en papel. Estás marcada con sangre en forma de arterías y venas en mi corazón, latiendo fuertemente en cada rincón y haciendo que yo viva un segundo más por ti. Tu cabello color negro como el carbón adorna mis noches frías y las calientes cuando te tengo desnuda delante de mí. Tu olor es como el de los tulipanes, pero tu hermosura superan a todas las flores juntas. A ti mi dulce Dulcinea es por la cual mataré a todos y cada uno de los molinos de viento que vengan a interrumpir tus sueños, por ti daría hasta mi vida entera. 







lunes, febrero 06, 2012

Frío intenso



Y hasta respirar duele cuando no estoy contigo. Ese frío desgarra  mi garganta hasta el límite de arder, de doler… me duele sentirte lejos de la frescura de mi piel y fuera de lo que mis ojos pueden ver. El límite sólo está en nosotros mismos. Sólo nosotros decidimos en seguir firmes delante del destino, con nuestras manos entrelazadas. Y tus besos, tus caricias, parecen que estar tatuadas en mi epidermis, bajo las manchas del sol, y más allá de las gotas del sudor. Estás en mí cómo lo está mi sangre, mis células, mi corazón. Bombeas en todo mi cuerpo haciéndome sentir plena, llena, y feliz.

Duele pasar horas sin ver la cobertura de tus labios, tu sonrisa traviesa bajo ojos enamorados, y respirando tu aroma. Quiero que me envuelvas con tus brazos amplios, dormirme en tu pecho ¡Qué cuanto echo de menos!

miércoles, enero 18, 2012

Tú eres



Tú eres mi luna,
mi norte,
cuando estoy en el mar.

Eres el timón de mi vida,
mi dulce despertar.

Eres por lo que sigo,
eres la que espero,
cada vez que despierto,
en el mar enfurecido.

El timón me dice ven,
pero tus besos me llaman,
aunque hayan miles de kilómetros,
entre tus labios y los míos.

Eres tú mi musa,
mi más hermoso puerto,
dónde quisiera amarar mi barco,
y mi alma,
hasta el fin de los tiempos. 




jueves, enero 12, 2012

Casa ajena



La casa de John se encontraba un poco aislada de las otras de alrededor, pero era la más bonita en el exterior. Sus flores del jardín hicieron sorprender un poco a Melinda que no lo veía en absoluto regar las flores cada mañana o preocuparse porque una de sus 20 flores se fuera a morir. La casa estaba casi vacía, a excepción de un mueble y un espejo en la sala. La cocina tenía cosas, pero pocas a las que tiene una cocina tradicional. Se preguntaba si eso era una especie de mal de soltero, algo que les impidiera decorar la casa dónde habitaban.

  • ¿Te gusta vivir sin casi cosas en tu casa? ¿No te parece aterrador? – Preguntó Melinda mientras giraba en círculos en el salón.
  • ¿Aterrador? Me parece encantador. No tengo obstáculos por dónde camino, puedo hacer lo que me plazca y la limpieza es más fácil.
  • Me refiero, ¿no te gustaría estar en un ambiente más agradable? – Melinda observa cómo John se quita la chaqueta y su camisa blanca mojada queda también en el tarro de ropa sucia. Su pecho era musculoso y unos cuantos pelos lo adornaban, algo que no le disgustó en absoluto a Melinda. – Olvídalo, es tu casa.
  • ¿Te presto algo para ponerte? – John se acercó con su torso desnudo a un palmo de Melinda, y por un momento parecía como si el cabello de Melinda fuera aún más rojo.
  • ¿Prestar? ¿Acaso traes muchas chicas por acá?
  • No te molestes por nada, es decir, sólo tengo ropa de mujer porque mi hermana menor suele pasar por acá con su maleta que parece para dos meses.

El tono de piel de Melinda volvió a su tono natural y bajó la guardia. Seguía contemplando sin fascinación las paredes que la envolvían, se preguntaba cómo sería la habitación de John ¿Habría cama, o sólo habría un colchón tirado? Le comenzaba a preocupar el hombre que tenía al frente suyo. El olor a mermelada de fresa era intenso, cómo si en la cocina esperara una deliciosa tarta. El olfato de Melinda se puso a alerta, tanto así que por sus movimientos en busca de dónde provenía el olor llamó la atención de John. John la miraba sonriente, como si esa reacción le resultara familiar.

  • Es mi abuela, no estamos solos – dijo John cogiéndola de la mano y haciéndola ir más deprisa de lo que sus piernas aún un poco mojadas por la lluvia, podían.   





domingo, enero 08, 2012

Inocencia


Laura era de las que soñaba con una olla llena, llenita de oro al otro lado de un arcoiris lleno de colores vivos, intensos. No solamente ella pensaba eso, su abuelo cuando ella apenas tenía tres años le contaba historias y decía que éstas eran verdaderas, y por lo tanto debía de crearlas.
  • Venga vamos, ¡acompáñame! No dejarás que tu hermana sea secuestrada por unos enanos asesinos, ¿cierto? - Dijo un poco vacilante para su edad Laura.
  • No vengas a amenzarme pequeña, soy mayor que tú y si te pego una palpamada en el trasero nuestra madre ni se enterará – Dijo Nicolás mientras seguía limpiando su bicicleta.
  • No me seas amargado, ¡vamos!
  • Que no Laura, no me vengas con travesuras infantiles y aniñadas. Jamás encontrarás tu olla llena de oro cada vez que llueve y sale un arcoiris, jamás verás un dinosauro y por último y para que sepas de una vez, no existe el Papá Noel, son nuestros padres.
Laura salió a correr sin mirar atrás a su hermano que gritaba su nombre después de caer en cuenta lo que acaba de hacerle a su hermana, robarle esa inocencia y estropear los poderes de su imaginación.
  • No perderé mi inocencia, y mucho menos en mi adolecencia seré cómo él – Se repitió estas palabras mientras se secaba sus ojos llenos de lágrimas.