Frío intenso

Volvió a Londres y el frío le hizo sentir que todo era una realidad, una realidad oscurecida como el cielo gris que llamaba a lluvia. Las nubes recorrían un cielo amplio pero limitado y personas bajo capas de ropa negra y grises, manchadas hasta el alma de tristeza. Ella se prometió no llorar, sólo recordar todas las cosas que habían pasado mientras estuvo a su lado. Ahora...sólo deseaba tomarse una taza de capuchino caliente, mientras caminaba por las calles limitándose a ver los paisajes y sentarse en un parque dónde nadie la quedara mirando. Deseaba fumar, que ese frío se fuera quedando sólo en un calor artificial, que sus huesos no se sintieran perforados por el viento ni su piel quemada ni rasgada por el susurro del hielo en el ambiente. Las nevadas siempre la habían gustado, pero ahora le gustaba mojarse los pantalones, los zapatos, y tener que caminar como un pingüino haciendo piruetas para no caerse. Recordaba cuando tiraba bolas de nieve a sus amigos, se divertía y hacía muñecos de nieve. – Dichosos tiempos- se dijo a sí misma. Ahora sólo quería que la nieve se derritiera a sus pies, que el agua derretida se llevaran todos sus pasados recuerdos y tan sólo quedara el rastro de un ayer que luego se convierte en pasado con aire a futuro, un futuro mejor, sin perturbaciones ni controversias, tan sólo hechos de un ahora. 

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