Cocinar a fuego lento, así como lo hace la vida
con las cosas, así como cuando algo sucede, pero tiene su proceso. Así como
cuando una abuela cocina en bajo para que las cosas tengan más sustancia, para
que el sabor se concentre y se penetre en los alimentos. Tantas y tantas cosas
había escuchado de esto que ella lo hacía también, aunque muchas aveces las
cosas en su vida no se cocinaran a fuego lento. ¡Fuego! Eso ella lo sentía cada
día, pero lento...eso era otro cuento. Fuego era lo que sentía cada vez que ese
brazo, ay, ese brazo de Federic la tocaba. No soportaba la idea de sentarse a
su lado en el cine cuando él entre murmullos planeaba su plan para tocarle su
epidermis.
Fuego, lo
que sentía cada vez que soñaba con besarlo y estar con él en la íntimidad y su
mano se resbalaba hasta llegar al centro de su cuerpo. Sus manos se deslizaban
suavemente y con delicadeza a posarse en ese punto central, en el punto donde
llegaría a un éxtasis inexplicable. Pensaba en Federic, en su cuerpo, en su
potencia masculina y en su miembro. Pensaba en todas las posiciones eróticas
que conocia, más no pensaba en el amor.
¿Amor? Ella pensaba que el amor, era otra estrategía de marquéting para
venderle a las personas.